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¿Mastitis en plena lactancia? Puedes frenarla con el tratamiento adecuado, indican especialistas

El dolor repentino en el pecho durante la lactancia puede encender todas las alarmas, pero pocas mujeres saben que detrás de esas molestias podría estar iniciándose un cuadro de mastitis.

Esta condición, más común de lo que se piensa en las primeras semanas posparto, no siempre es una infección: a menudo comienza con un simple problema de drenaje de leche que se complica si no se atiende a tiempo.

Comprender cómo surge y por qué evoluciona permite actuar antes de que el malestar aumente y la lactancia se vuelva dolorosa o difícil.

 ¿Cómo detenerla con el tratamiento adecuado? Foto: Canva.

¿Qué es la mastitis y cuándo aparece?
La mastitis es una inflamación del tejido mamario que ocurre con mayor frecuencia en mujeres que están amamantando, especialmente durante las primeras semanas después del parto.

Aunque puede aparecer en cualquier momento del periodo de lactancia, es más común cuando el cuerpo aún se está adaptando al establecimiento de la producción de leche.

Sus síntomas pueden incluir dolor, enrojecimiento, aumento de temperatura en la zona afectada, y en ocasiones fiebre, escalofríos y sensación de malestar general.

Para muchas mujeres, la mastitis puede resultar inesperada y alarmante, pero con un manejo adecuado suele resolverse sin complicaciones graves.

Durante años se consideró que la mastitis era casi siempre una infección bacteriana, sin embargo, desde la actualización del Protocolo Clínico #36 de la Academy of Breastfeeding Medicine (ABM), la visión ha cambiado.

Hoy se habla del “espectro de la mastitis”, un término que describe un proceso continuo que puede comenzar con ingurgitación (senos llenos y sensibles) o conductos obstruidos, avanzar a mastitis inflamatoria, evolucionar a mastitis bacteriana y, en casos más graves, culminar en un absceso mamario.

Esto significa que muchas mastitis no se originan primero por una infección, sino por inflamación y estasis de leche, es decir, leche acumulada que no drena correctamente. Esta situación puede aparecer por:

  • Problemas de agarre o postura al amamantar
  • Tomas poco frecuentes
  • Uso de sostén muy ajustado o presión externa en el pecho
  • Saltarse tomas
  • Producción excesiva de leche (hiperlactancia)

Si estos factores no se corrigen, la inflamación favorece la proliferación de bacterias y puede desarrollarse una mastitis infecciosa.

 ¿Cómo detenerla con el tratamiento adecuado? Foto: Canva.

Tratamiento para la mastitis
La American Academy of Family Physicians (AAFP) y la ABM coinciden en que la mayoría de los casos de mastitis comienzan como procesos inflamatorios, no necesariamente como infecciones.

Por esa razón, el primer paso recomendado es iniciar medidas conservadoras durante 24 a 48 horas, especialmente si la mujer no presenta fiebre alta o síntomas sistémicos importantes.

Las medidas iniciales respaldadas por estas guías incluyen:

1. Control del dolor y la inflamación

  • Antiinflamatorios no esteroideos (AINE), como ibuprofeno.

  • Paracetamol, para aliviar el malestar.

  • Compresas frías en el pecho entre tomas.

Estos medicamentos son compatibles con la lactancia, según ABM.

2. Mejora del vaciamiento del pecho

  • Revisar agarre, posición y frecuencia de las tomas.

  • Evitar el bombeo excesivo, que puede empeorar la inflamación y aumentar la producción.

3. Reposo relativo e hidratación
El bienestar general de la madre influye en la capacidad del cuerpo para resolver la inflamación.

El Protocolo Clínico #36 enfatiza que masajes intensos o manipulación brusca del pecho pueden agravar la mastitis al inflamar más el tejido. El masaje debe ser siempre suave y con fines de confort, nunca agresivo.

Cuándo son necesarios los medicamentos y cuándo no
El uso de antibióticos es uno de los aspectos que más ha evolucionado. Tanto la AAFP como la ABM coinciden en que no todas las mastitis requieren antibióticos, particularmente cuando predominan la inflamación y la congestión sin fiebre alta.

Los antibióticos se recomiendan cuando:

  • Hay fiebre alta o esta persiste más de 24 horas.
  • El dolor, calor y enrojecimiento empeoran a pesar de las medidas iniciales.
  • La madre presenta malestar general intenso, escalofríos o síntomas sistémicos.
  • Existe sospecha de mastitis bacteriana o posible absceso.

En estos casos, las guías recomiendan antibióticos de espectro estrecho dirigidos a bacterias comunes de la piel, durante 10 a 14 días, ajustando el tratamiento si hay cultivos o si la respuesta no es adecuada.

 ¿Cómo detenerla con el tratamiento adecuado? Foto: Canva.

Señales de alarma y posibles complicaciones
La mayoría de los casos de mastitis se resuelve con tratamiento adecuado. Sin embargo, existen situaciones que requieren atención médica inmediata.

Según la AAFP, debes consultar a un profesional de salud si aparece:

  • Fiebre que no mejora luego de 48 horas de antibiótico.
  • Zona del pecho muy inflamada, caliente y con sensación de fluctuación, lo que sugiere un absceso.
  • Mastitis que aparece repetidamente en el mismo punto.
  • Cambios en la piel como piel de naranja o engrosamiento que no mejora, pues pueden indicar otras enfermedades menos frecuentes pero importantes a descartar.

En estos casos, el médico puede solicitar:

  • Ultrasonido mamario, para identificar abscesos o áreas de colección de pus.
  • Drenaje del absceso, guiado por imagen o mediante un pequeño procedimiento quirúrgico.
  • Estudios adicionales, incluso biopsia, si el cuadro no evoluciona como se espera.

Los especialistas recomiendan que casos graves, recurrentes o atípicos se valoren de manera multidisciplinaria (medicina familiar, ginecología, pediatría, enfermería y especialistas en lactancia), con el fin de asegurar un diagnóstico correcto y evitar complicaciones.

La mastitis es una condición frecuente durante la lactancia, pero con el tratamiento adecuado suele resolverse sin complicaciones. Las guías actuales insisten en comenzar con medidas antiinflamatorias y de manejo del pecho antes de recurrir a antibióticos, que se deben usar solo cuando hay indicios claros de infección.

Conocer los síntomas, actuar a tiempo y buscar apoyo profesional permite a las madres continuar la lactancia de forma segura, cómoda y sin dolor.