Hablemos de ahorro: ¿y si fuera una factura o un recibo más?

A final de mes, normalmente, recibimos nuestra nómina mensual. El día 1 nuestro banco nos empieza a pasar otras facturas: desde lo que hemos gastado el mes anterior a crédito, pasando por el recibo de la luz, el agua o la hipoteca, hasta la cuota del gimnasio o la suscripción a Netflix, HBO o Amazon. Y en esta lista de gastos que van reduciendo nuestro sueldo, ¿incluimos también un traspaso a otra cuenta con el único objetivo de ahorrar?

Seguramente, la respuesta sea negativa. Los niveles de ahorro de los españoles siguen en mínimos. En 2018, la tasa de ahorro de los hogares -sobre su renta disponible bruta- cerró en el 4,8%, marcando un nuevo mínimo histórico. Las últimas cifras que ha publicado el INE- correspondientes al tercer trimestre de 2019-, la sitúan en el 6,4%, muy lejos de las tasas del 12% que tienen, de media, nuestros vecinos de la zona euro.

¿Por qué apenas ahorramos?
Es una realidad que nos cuesta ahorrar. Planificar nuestro ahorro puede resultar una tarea algo tediosa y nada atractiva si no nos marcamos unos objetivos y un plazo y, sobre todo, si no somos realistas. Los seres humanos, por naturaleza, solemos pensar más a corto plazo, priorizando el ‘aquí y ahora’ y postergando el futuro con frases como “aún queda tiempo” o “ya empezaré mañana”, y este tipo de pensamientos, cuando hablamos de ahorro, nos perjudican.

La “Encuesta de Condiciones de Vida” publicada por el INE en junio del año pasado refleja que, en 2018, el 36% de los hogares españoles no tuvo capacidad para afrontar gastos imprevistos. ¿Cómo evitamos situaciones como esta?

Para comenzar a ahorrar y hacerlo, además, de una forma constante debemos plantearnos que el ahorro es una prioridad, al igual que lo hacemos con los gastos mensuales fijos. Como recuerda Paula Satrústegui, socia de asesoramiento patrimonial de Abante, concebir el ahorro como una factura más que tenemos que pagar a final de mes nos va a ayudar a crearnos un hábito y comprometernos con nuestro futuro.

Esto, además, es una forma de ir ahorrando casi sin darnos cuenta. Para empezar y marcarnos un objetivo de ahorro realista y que verdaderamente nos ayude, podemos hacer una lista de todos los ingresos que tenemos cada mes y de todo lo que gastamos para ver qué cantidad podemos destinar a nuestro ahorro sin que peligren otros de nuestros gastos del día a día que pueden ser más excepcionales.

Cambiar nuestro ahorro según cambia nuestra vida
¿Y si mis circunstancias o mis objetivos han cambiado? La cantidad que ahorramos también tiene que hacerlo. Para que nuestro plan de ahorro tenga éxito debemos adaptarlo e ir incrementándolo según podamos.

Aquí entran en juego multitud de aspectos, y la gran mayoría tienen que ver con nuestras emociones. ¿Te ha pasado que te han subido el sueldo y, sin embargo, sientes que llegas igual a final de mes? Esto se debe porque cuando ingresamos más, tendemos a incrementar nuestras necesidades y gastar más, creándonos un nuevo estilo y nivel de vida; es lo que se conoce como gasto creciente.

Esto pasa también cuando recibimos un dinero extra inesperado, como puede ser un premio de la Lotería de Navidad. De hecho, tal y como y como señalan desde la asociación European Financial Planning Association (EFPA), el 70% de los premiados con la Lotería de Navidad tiene mucho menos dinero cinco años después de haber ganado el premio.

En Morningstar.com han hecho un estudio sobre cómo influye el incremento salarial en la capacidad de ahorro, en el que hacen hincapié en la necesidad de controlar los gastos nuevos para evitar que nuestro nivel de vida empeore cuando nos jubilemos. Así, destacan que, normalmente, cuando nos aumentan el sueldo seguimos destinando el mismo porcentaje del salario al ahorro y, aunque evidentemente la cantidad aumenta, resulta insuficiente para mantener el nivel de vida que hemos adquirido.

Por ello proponen ciertas reglas generales para canalizar el incremento salarial en un mayor ahorro. Así, destacan que liguemos nuestro ahorro con nuestro horizonte de jubilación, de forma que si nos quedan 10 años para jubilarnos gastemos el 20% de la subida y ahorramos el 80% restante.

Con todo, lo que tenemos que saber de antemano es que para que nuestro plan de ahorro tenga éxito debemos hacer un ejercicio de planificación financiera que parta de nuestras circunstancias y tenga en cuenta nuestros objetivos vitales, que pueden ser múltiples -montar un negocio, cambiar de carrera, comprarnos una casa, viajar, etc.-.

Además, debemos asumir que con ahorrar no basta. Si no ahorramos nos enfrentamos a un gran riesgo, pero si dejamos nuestro dinero inmóvil, también. Por eso, cuanto antes acudamos a los mercados financieros y pongamos a trabajar nuestro ahorro, antes comenzaremos a ver los beneficios de ahorrar e invertir con tiempo.

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