La clave para vivir feliz sin que te afecten los moldes de belleza que impone el marketing emocional

El tema de la autoestima afectada por los parámetros y cánones de belleza impuestos por la sociedad no es nuevo, de hecho, como estas normas han existido desde siempre y en todas las latitudes, es posible que estos planteamientos personales también tengan historia y están siempre vigentes pues, aunque para algunos pasan de largo, para otros resultan de gran importancia emocional.

Aunque es posible que parezca un tema fatuo, esta percepción puede llevarnos a pensar que no valemos suficiente o no tenemos oportunidades de éxito por no ser de determinada manera o, incluso, por no parecer tan felices como otros.

El marketing en redes sociales y medios es poderoso y hace su trabajo, pero hay que entender que sus mensajes son producidos para justamente causar impacto, para crear fantasías deseables. Igual ocurre en la industria de la moda, sus palestras de exhibición están dedicadas a crear representaciones artísticas de otras realidades.

“La publicidad, junto con los medios de comunicación, establecen los modelos de conducta a seguir, el patrón de consumo y contribuye así mismo a formar los estereotipos, es decir, formas habituales en las que se suele representar a un grupo de personas”, afirma la psicólogo clínico Adriana Gioni. “Es prácticamente imposible no verse afectado por la imagen que ofrecen los medios, independientemente del motivo de la imagen, su objetivo es captar la atención de todo, convencernos para comprar algo o modificar alguna idea o comportamiento previo al que tenemos”.

Aún cuando cada vez más se hacen notar manifestaciones creativas que buscan mayor naturalidad, normalizar la figura femenina, y algunas marcas comienzan a abordar una manera más honesta de acercarse a sus consumidores, la publicidad sexista, también en manos de influencers y personalidades, sigue existiendo.

Gioni afirma que aún hoy, el modelo de belleza que nos vende la publicidad está basado en la perfección, y esto genera una percepción de la belleza distorsionada que no representa la realidad femenina.

“Esta disociación entre realidad de la feminidad y contenidos mediáticos se identifica con que la sociedad evidencia la pérdida de la función constructiva de los medios de comunicación, con lo cual las marcas cada día se esfuerzan en tratar de cubrir ‘necesidades afectivas’ de sus consumidores y ahí es donde aparece el marketing emocional, con el objetivo de lograr un vínculo afectivo”. Este vínculo genera confianza, emociona y conecta, pero conecta con las necesidades que ellos mismos están generando en el consumidor, en este caso, la perfección para lograr el éxito, el amor, la felicidad.

Cuando naciste se rompió el molde… El valor de ser únicos

Adriana Gioni brinda algunas recomendaciones para salir airosas de toda esta titánica industria del marketing emocional que se hace presente en las redes sociales y medios que, según explica, moldea los esquemas de pensamiento desde temprana edad, los sistemas de valores, los deseos y hasta las mismas frustraciones.

Desde el punto de vista emocional, la salida es tomar conciencia de quiénes somos desde el trabajo consciente de no buscar un ideal externo porque, sin duda, es afuera donde los medios y la publicidad esperan satisfacer “necesidades”, sino por el contrario, identificar en nuestro yo interior, quiénes somos como mujeres, lograr el reconocimiento y la valorización de cómo nos vemos a nosotras mismas, con nuestras virtudes y defectos.

Debemos permitirnos la expresión equilibrada y armónica de ese maravilloso contraste entre lo que nos gusta y no nos gusta de nosotros mismos, rompiendo así el prototipo de ideal, porque ello violenta mi reconocimiento de singularidad.

Las mujeres como los hombres somos seres maravillosos desde nuestra diversidad y aunque podemos compartir rasgos comunes en algunos aspectos de nuestra creación y evolución, poder estar conscientes de lo que somos más allá de apariencias físicas o externas, reconocer nuestra belleza interior, aceptar nuestras diferencias físicas y por qué no, hasta esos rasgos distintivos que pueden hacernos notar de los demás y aceptarnos con la convicción de nuestra belleza única es la forma más saludable de ser. Para irradiar belleza no tenemos que hacer más nada que estar felices viviendo en bienestar.

La clave está en incorporar nuevos pensamientos a nuestro sistema de creencias, que reflejen nuestra esencia y que esta se corresponda con nuestros deseos y no con lo que marcan los estereotipos sociales.

Procurar cultivar y practicar el amor propio. Aceptarnos tal y como somos. Nos protegemos siendo la mejor versión de uno mismo, sin apegos a ninguna “necesidad” de parecernos a un ideal tendencia que nos desconecta de nuestro ser, porque el enfoque debe estar en vivir en libertad al ser capaces de cuidar nuestro cuerpo maravilloso y perfecto en sí mismo, responsabilizarnos de nuestros pensamientos y creencias como sabernos dignos de amor y felicidad.

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