VIDEO: Crónica de una muerte moral y física de dos jóvenes inocentes

Estas fueron las imágenes captadas por testigos, cuando dos jóvenes francomacorisanos fueron obligados a detenerse, a quienes les dispararon, golpearon, aquellos quienes se supone los protegerían… miembros de la policía nacional.

Uno de ellos, Marbin José Peña de tan solo 21 años de edad, murió en el lugar, en tanto que José Miguel García de 20 aun con aliento de vida fue llevado al hospital San Vicente de Paul donde horas después murió a consecuencia de las heridas provocadas por los uniformados.

El hecho ocurrió a aproximadamente a las diez de la noche en la avenida libertad del domingo 6 del mes en curso, al día siguiente los medios de comunicación dieron seguimiento al caso, que fue tallado por la policía como intercambio de disparos entre sus agentes y según ellos dos reconocidos deficientes.

Versión que fue desmentida por los familiares de los occisos, quienes aseguraron los finados eran jóvenes trabajadores, que nunca habían delinquido y que fueron cruelmente asesinados.

Producto del descontento y la impotencia, desde la tarde del lunes y en horas de la mañana del martes en diferentes puntos de esta ciudad se escenificaron protestas con neumáticos incendiados, exigiendo al menos la moral de los jóvenes sea salvada, luego de una muerte tachada de ejecución.

Una comisión especial fue recibida en esta ciudad para “investigar” el hecho, la que se limitó a decir que no podían emitir declaraciones, no fue sino hasta el sábado de esa semana cuando le fue dictada medida de coerción de tres mese de prisión preventiva a un uniformado Juan Cristian Pichardo, único de los agentes presentes el hecho que ha sido incriminado, y el cual por cierto a sido hasta cierto modo protegido al proteger si identidad.

Imágenes del policía medida de coerción.

Luego de los reclamos sin cesar, de las versiones de conocidos y allegados de las víctimas, el lunes, en horas de la tarda la policía se retractó de la primera versión ofrecida, aclaró, no eran delincuentes, no poseían armas y no habían sido sorprendidos atracando como en un principio afirmaron, eran jóvenes inocentes.

Hoy sus familiares, desde el dolor, el sentimiento de pérdida los recuerdan. Toman como una victoria que al menos su memoria haya sido limpiada de un intento fallido de justificar lo injustificable.

Este caso pone en tela de juicio todos y cada unos de los casos en los que se informa de muertes de jóvenes a quienes tachan de presuntos delincuentes, da el espacio a pensar si quienes están asignados para protegernos, en realidad salen a matar nuestra juventud.

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